domingo, 16 de enero de 2011

Qué es la administración de recursos humanos....

La administración de recursos humanos, es una disciplina que mediante la planeación organización, desarrolla y organiza técnicas. Busca compremeter a las pesonas con el proceso productivo de las organizaciones, con el propósito de que su gestión sea mucho más eficiente, a partir de la premisa que es la correcta selección, contratación, mantención y desarrollo de los mejores talentos disponibles en el mercado laboral. Permite aportar a la màximización del proceso productivo y al óptimo ejercicio de cualquier función que requiere de elementos humanos, capacidad de validar sus conocimientos mediante la ejecución de sus labores.

El conocimiento....

La facultad humana del conocimiento, ha sido indudablemente uno de los primeros temas suscitados en el ámbito de la filosofía; no solamente en cuanto a plantearse la cuestión de si el hombre es capaz de conocer, sino también aquella del grado de verdad de lo que se conoce.

La llamada fenomenología del conocimiento, procura exponer el proceso por el cual el conocimiento se produce, pero intenta hacerlo desde un enfoque puramente filosófico, atendiendo al significado de ser objeto o sujeto del conocimiento. En ese fenómeno filosófico del conocimiento se trasunta una especie de fusión del objeto conocido con el sujeto cognoscente, que obviamente no sería posible en ausencia de cualquiera de ellos.

Pero esa suerte de fusión ocurrente en el conocimiento humano, no tiene lugar en sentido físico y material sino abstracto. El hombre conoce a través de su intelecto, y lo que se incorpora a él no es el objeto mismo, sino su representación; que puede ser una exacta reproducción del objeto conocido - en cuyo caso el conocimiento será verdadero - o no serlo, por lo menos parcialmente - en cuyo caso el conocimiento será falso.

El saber.....

El saber es un conjunto articulado de conocimientos construidos por un individuo en relación con un contexto cultural, que le permitan dar sentido al mundo que le rodea, ser un miembro activo y reaccionar frente a dicho entorno, comunicarse con otros y hacer progresar sus propios conocimientos, cuyo valor reside en el desarrollo del espíritu (psique) y en la autonomía personal que proporciona (nos hace menos dependientes del entorno que queremos cambiar).
No podemos caer en reducir el aprendizaje escolar al aprendizaje de conocimientos, es decir no cabe pensar el aprendizaje desde una perspectiva reductora. Por tanto, no hay que reducir el aprendizaje a la sabiduría. El paso siguiente a tener información es haber generado conocimiento propio, como incorporación personalizada de la información y de ese conocimiento sale el concepto verdadero y global de saber, al que se llega después de un periplo vital largo (en el horizonte de la persona). El aprendizaje esta en su máximo lugar de perfección en el saber.
El saber es evolutivo, pero no evoluciona espontáneamente por genética sino que la experiencia de cada uno va relacionando nuestros saberes.
También tiene un carácter cultural, lo que aprendemos no es atemporal ni ageografico. El saber esta contextualizado, siempre tiene un sentido dentro de un contexto y la comprensión de este es muy importante.
El saber es afectivo, por definición es cognitivo pero es imposible dejar las emociones a un lado, por lo que es imposible aprender sino es también desde lo afectivo.
Hay un error en el que se tiende a caer, explicar el aprendizaje a través de la individualidad. El individuo es el que aprende pero trasciende a este, no se explica desde el, pues el pensamiento de uno es deudor del pensamiento de muchos.

EL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO SOCIAL

El conocimiento social se refiere al conocimiento respecto a las personas y sus hechos. Es el conocimiento sobre las personas, sobre lo que hacen, pueden y deben hacer y sobre cómo deben comportarse.
El desarrollo del conocimiento social se produce en la infancia y para desarrollarse es preciso que el niño haya adquirido tres condiciones previas: la existencia, la necesidad y la inferencia. La primera de ellas hace referencia a que el niño debe saber que los demás individuos tienen pensamientos; la segunda hace hincapié en la motivación del niño para identificar tales pensamientos, mientras que la última se refiere a la organización de estrategias para averiguarlos. La adquisición de estos tres requisitos indica de qué tipo es el desarrollo sociocognitivo. Por un lado es la evolución de la conciencia y el conocimiento general (existencia) de la enorme variedad de posibles objetos de conocimiento social. Por otra parte, es también el desarrollo de la conciencia (necesidad) de cuando y por qué se puede o debe intentar descifrar esos objetos. Finalmente, es la construcción de un abanico de destrezas cognitivas (inferencia) con las que descifrar esos objetos.
Cuando intentamos hallar en cual de los niveles evolutivos se halla un niño, podemos establecer cuatro tipos de perspectivas, en función de sus respuestas: la perspectiva egocéntrica (3-6 años), la socio-informativa (6-8 años), la auto-reflexiva (8-10 años) y la adopción recíproca de perspectivas. En la primera de ellas el niño se distingue a sí mismo del otro, pero no puede diferenciar los respectivos puntos de vista. En la segunda, el niño no es capaz de juzgar sus acciones desde la perspectiva de otras personas ni tampoco es capaz de considerar que los demás pueden tener en cuenta su punto de vista. No será hasta la tercera fase cuando llegará a comprender que la gente puede pensar o sentir de diferente modo y según su propia escala de valores, lo cual permitirá al niño reflexionar sobre su conducta desde la perspectiva de otros. Por último, se llega a poder inferir todo tipo de pensamientos de una tercera persona.
Para hablar del área del conocimiento sobre los sentimientos hay que remitirse a tres posibilidades de particular interés. La primera de ellas es la “empatía no diferencial”, la cual se caracteriza porque la expresión de los sentimientos de otra persona desencadena, de alguna forma, sentimientos iguales o parecidos en el niño pero sin que esos sentimientos inducidos se acompañen por ningún conocimiento social relevante. La segunda posibilidad es la “inferencia empática o diferencial”, el niño consigue inferir algo sobre el estado emocional de los otros, además de tener él mismo algún tipo de sentimiento asociado a la situación. La última posibilidad nos lleva a la “inferencia no empática”, que consiste en una inferencia sobre los sentimientos de los demás y no va acompañada por ningún sentimiento relevante en el propio niño o tal vez simplemente por ningún sentimiento. Pueden aparecer respuestas afectivas naturales y apropiadas ante los sentimientos de las personas. El niño también aprenderá a controlar y dar forma a su propia expresión afectiva, así como a detectar conductas similares en los demás.
Dentro de las diversas teorías existentes destacan dos. La primera de ellas es la de Harris y Olthof, los cuales proponen la existencia de tres niveles en la percepción de la emoción: : un nivel conductual, un nivel más cognitivo-mentalista y, situado entre ellos, un nivel intermedio, el nivel situacional. El primero de ellos es el relativo a los niños más pequeños, puesto que tienden a concebir las emociones de una forma conductista simple de E-R, es decir, tienden a pensar que si se produce una situación que produce emoción, la reacción emocional resultante seguro que será fácilmente perceptible, ya que no saben que pueden ocultarse los sentimientos. Por el contrario, los niños de más edad tienen una concepción más mentalista o cognitivista, en la que creen que los estados mentales median entre el E que produce la emoción y la R conductual o expresiva de la persona afectada. Esto significa que los niños más mayores perciben que una única situación puede provocar simultáneamente más de una emoción en una misma persona y que una misma situación puede provocar emociones diferentes en personas diferentes.